jueves, 21 de septiembre de 2017


NO ME ATREVO ENTRE LOS PÁRPADOS

a Emanuel,
una noche de tormenta se lo llevo el río.

Rosa, rosa está el cielo, antes de azul pálido.
Es que el río tiene rosas rojas en su lecho,
es que el río tiene rosas en su lecho,
es que el río tiene espinas largas,
largas hasta el cielo.

¡Ése, ése río turbio
tiene sangre y ceniza de tu cuerpo!

Mirarlo no puedo,
¿Cómo podré contemplarlo
el día que naveguen los veleros?
¿Cómo podrá planear con las garzas
y los pájaros, el infierno?

Es que ése río despiadado salió
del cuadro nostálgico del verso,
a llevarte en su cintura, al compás
de los vientos huracanados,
de los vientos.

Mojigato de los giros de las olas.
Remanso que entró en vuelo.
Envoltura de las nubes en los cielos.
¡¿Qué nombre tiene el espanto en tu recuerdo?!

No me atrevo, no, a mirarlo.
Río abajo, río arriba entre los párpados.
Aún,
las espinas cruzan brusca el firmamento
y las rosas siguen rosas en su lecho.

¡Ése, ése río turbio
tiene sangre y ceniza de tu cuerpo!

Marta L. Pimentel Álvarez
Antología del Viento "Herencia de Agua"
pág. 98 - Edit. Dunken - oct.2016 -

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Muy buen blog