miércoles, 23 de marzo de 2011



Marta Liliana Pimentel Alvarez


Durante el XXIV SIMPOSIO INTERNACIONAL DE LITERATURA, a llevarse a cabo en la ciudad de Buenos Aires, el día lunes 9 de agosto del 2004, se presentó la obra


EL VÉRTICE DE LAS COSAS,


de la cual el poeta americanista Rubén Vela, dijo:


EL VÉRTICE DE LAS COSAS¨


La obra dramática de Marta Liliana Pimentel Alvarez, titulada ¨El Vértice de las Cosas¨, indaga sobre una sabiduría distinta y profundiza temas de hondo contenido espiritual. Pueden ellos sorprender al lector, guiarlos por caminos nuevos alejados del conocimiento occidental, chocar con otro modo de ver las cosas, pero evidentemente surge de toda la obra la posibilidad de entrever un mundo nuevo, en donde el hombre adquiere conocimientos que lo inducen por el sendero de una sabiduría mayor. Festejo y celebro este trabajo de Marta Liliana Pimentel Álvarez alabando su densidad espiritual, que le brinda al lector una nueva y valiosa oportunidad de adquirir ese conocimiento de lo que hay del otro lado de las cosas ¨.


Rubén Vela18 de octubre del 2003, Buenos Aires, Argentina.


(parte de la obra)


Escena Primera


Fer y la sierva


(Fer y Gabriel se alejaron del pueblo que está al centro del Continente. Y en plena sierra, al sur del sur, hallaron una mujer orando)


¿Cómo puedes amar a quien no conoces?


Es que lo siento en mí - dijo la sierva del Señor.


¿No crees que tu vanidad es muy grande,

creer que todo lo que te rodea es tu Dios,

pues, podría ser Dios de otros mundos, no?.


Él está en todas partes.


Es muy bonito decirlo,

pero, ¿quién lo ha visto?

¿quién lo ha tocado?


Yo lo he visto.


¿Dónde?


Mira el arroyo esmeralda,

los cerros aterciopelados,

el infinito de los eternos espacios,

míralos, allí está.


¿Dónde?, no lo veo.

Siento una preciosa armonía que me traspasa,

soy parte de ella,

pero, a tu Dios, mujer, no lo veo.


No están tus ojos preparados para verlo.


¿No será tu imaginación?

Solos estamos, con un destino cierto.

No hay otra verdad desde que nacemos.


¿Quién eres?


El más bello de los mortales, por el momento.

Tu Dios está ausente, tu Dios no Es ni quiere serlo.

Dios es una necesidad para ti,

no para mí.

Nunca murió, nunca nació en realidad.

Está por tu necesidad ante un cosmos imponente.


¿De dónde vienes?


De más allá de las estrellas,

más allá...


(La mujer echó a reír, y a llorar)


¿Por qué ríes?


Por tu ingenuidad.


¿Por qué lloras?


Porque creo, y tengo miedo.


Ves que fácil es,

y tú no me has visto llegar ni partir.


Siento tu presencia muy especial.


¿Puedes verme?


Sí, tú , ¿con quién más estoy hablando?


¿Cómo es mi atuendo?


Mírate, ¿o es que no puedes?


(Fer se miró así mismo y no se veía, también lo hizo Gabriel)


¿Qué tienes en los ojos, mujer, que puedes vernos?

Somos especiales,

los que sabemos cuando partir;

no nos sorprende la muerte,

jamás es destino.


¿Para qué están aquí?


Para testimoniar.


¿Sobre qué o quién?


No somos ángeles caídos.

Tampoco mensajeros, ni guardianes.

¡Cómo decirte quiénes somos!

Mira, digamos que hemos venidos a evolucionar.


¿En qué?


En la rebelión.


¿Contra quién?


Yo, contra mí mismo, y luego contra tu Dios.

Pero, los tiempos en tu Esfera han cambiado.

Nada Soy, nada Es.

¿A quién le importa si existo?

Si lees este libro verás

no es más que una ilusión,

no hago daño, más bien me lo hacen.

¿Es que en realidad existe el mal?,

¿Te lo has preguntado?

¿Si pierdes el equilibrio de los elementos,

no estaría yo también en desequilibrio?


Si eres el fuego... eres el dia ...¡Sierva! ¡Yo soy él!

Ante Demonfer estás.

¿No lo has notado?

Soy hermoso, ¿verdad?


(La mujer lo miró con ironía)


Por lo vanidoso has de serlo.


¿Por qué las reglas que para una tribu

son virtudes, para otra son pecados,

y les pertenecen al diaaa...

bueno, a mí?


¡Sí, sí, no te nombres

que me espantas!

¿Y?

No me has respondido.


¿Sobre qué?

Suficiente muestra

es el hongo que nubló los cielos

quemó las frentes, y cerró los párpados

al unísono.

Los tuyos tienen mucho para dar

superiores a mí.

Sigo pensando que nada tengo

que hacer aquí.

¡Y vine a reconciliarme con tu especie!


¿Para qué?


Para, bueno ... éste no es el mejor de los mundos

para aprender bondades,

sí, para la revolución ...


¡Oh!


¡Sierva, no salgas aterrada, espera!

Puedo cambiar, vengo por una segunda oportunidad.

¡Sierva!...

Gabriel, esta mujer no entiende nada.


Yo creo que entiende, y tiene miedo

a que vengas a los suyos,

nuevamente, siempre.


(Gabriel calló, y luego dijo para sí)


¡Con maxilar de acero construyen la Paz

los bastardos en la Tierra!


(Mientras, gritaba la sierva del Señor)-


¡Nombre impersonal que nos domina

perdónanos los pecados! -


Marta Liliana Pimentel Álvarez
Del tríptico "Gabriel, el enviado",
"El eterno ausente"
el tercer poemario
"El Vértice de las Cosas" (pág.39)

1 comentario:

  1. El tema de la trascendencia y de Dios tiene para mí un gran atractivo.Muy bueno tu escrito!

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Muy buen blog