martes, 14 de junio de 2011








Yo Neruda

Desde el tren sentía el canto de las montañas,
frío de la inmensidad;
desde el quejido del aire en los aceros
venía la luz del magma a los ojos entreabiertos,
Y era un pájaro herido contra el fuego,
Y era cóndor y era mástil, y era cierto
mi perplejo adormecer
en el silencio de las olas,
allá en el mar frío y gélido.


Era tarde, yo recuerdo,
a un niño entusiasmado con los ecos
de los dioses que recitan en los pueblos.
Eran ellos mi secreto, y era cierto,
que habitaba en mí el suspiro de los cielos
a temporales casi eternos.
Era yo un distraido en el desierto
de las voces legendarias de otros pueblos
araucanos, todo sangre, todo hierro.
Lejanía de la muerte a los versos.
Lejanía del niño y mi silencio.

Fue mi madre sembradora de nostalgía en mi alforja,
que callaba y callaba en pausa suave
de la ausencia que dolía más que el cielo.
A ella debo mi voz como a un quebranto,

rajasdura de los vientos;
Fui yo Pablo Neruda su semilla puesta al suelo.
Así como las plantas crecen frente al firmamento
han estampado con mi nombre su recuerdo.

A mi pueblo dejo escrito hasta mis versos.

Nada debo, todo dejo.

He dejado a mi Matilde en la casa
junto a mí como señora de su huerto,
jamás fuimos forasteros, ella sabe,
jamás fuimos mal vecinos, aún estamos.
Beso el mar que me saluda cuando paso.
Vivo entero en mi casa, no he muerto.

MARTA L. PIMENTEL ÁLVAREZ
10 de junio 2011, Paraná
Homenaje a los 107 años del natalcio
de Pablo Neruda, Isla Negra, Chile.

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Muy buen blog